La educación es una de las herramientas que más influyen en el avance de las distintas sociedades, que proveen a sus ciudadanos de los conocimientos y de los valores necesarios para que podamos alcanzar mejores niveles de bienestar y de crecimiento tanto económico como personal, logrando así disminuir las desigualdades económicas y sociales y ampliando las oportunidades laborales de los jóvenes.
Por eso, si la educación y la formación son importantes para cualquier persona, imaginad lo importante que es formar adecuadamente a los niños y jóvenes que tienen una discapacidad, sea del grado que sea, con todas las dificultades que tienen que superar en su día a día.
Por suerte, en nuestro país, los niños con discapacidad tienen oportunidad de formación, aunque todavía queda mucho camino por recorrer en el ámbito de la formación para integrar a estas personas en el ámbito laboral pese a los esfuerzos que se desarrollan desde asociaciones y empresas.
De hecho, en muchos países africanos, el tener una discapacidad puede reducir entre el doble y el triple las opciones de que un niño o una niña de ser escolarizado, en comparación con el resto de los niños que no la tienen. En países como Nepal las cifras llegan a ser trágicas, ya que el 85% de los niños y niñas no escolarizados tienen alguna discapacidad. Y aún así, para muchos niños discapacitados de estos países que sí que consiguen entrar en el sistema educativo, la calidad y el tipo de formación recibida no son las adecuadas, ya que en muchas de estas escuelas, segregadas en muchos casos, se fomentan los tabúes, roles y miedos que existen en esas sociedades sobre la discapacidad.